Su nombre proviene de las palabras: arte y persona. La persona
que domina todas las artes.
Una geisha es una artista tradicional japonesa,
cuyas labores constituían, tras un aprendizaje que podía ser tanto desde los 15
años o de la infancia, entretener en fiestas, reuniones o banquetes tanto
exclusivamente femeninos o masculinos como mixtos.
Lo más importante en ellas no era la belleza, sino la
fluidez y agudeza en su conversación. Se preparaban durante años y no se
limitaban sólo a la ceremonia del té. Cuando la mayoría de la población
japonesa no sabía leer ni escribir, ellas dominaban la lectura y la escritura.
Sus conocimientos abarcaban la historia, arte, matemáticas, canto, baile y
guitarra japonesa, así como la política y relaciones públicas. Muchos negocios
dependían de su ayuda. El manejo de su diplomacia y capacidad de resolver
situaciones difíciles era clave para cerrar tratos.
La práctica más
conocida y notable de las geishas es la de servir el té, que se considera un
arte. Su vida útil era corta, ya que rápidamente quedaban calvas por el
ungüento con el que se peinaban y el plomo que servía como base para su
maquillaje blanco que les dañaba la piel. Nunca lograban obtener su
independencia definitiva de la Okiya y su destino era el suicidio o el asilo.
En la región de Kinki los términos geiko y,
para aprendiz de geisha, maiko han sido usados desde la restauración
Meiji. Las geishas fueron bastante comunes en los siglos XVIII y XIX;
hoy en día aún existen, pero su número ha disminuido.
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