Espumosos,
blancos aromáticos o blancos con crianza son algunas de las pautas a tener en
cuenta
El boom que
las cocinas orientales ha vivido España en los últimos años ha hecho que
nuestro paladar se adapte a nuevos sabores y texturas.
Sin un buen
maridaje la experiencia gastronómica oriental puede resultar errática si no se
escoge el vino adecuado. Por ello, es preferible tener en cuenta una serie de
pautas si se quiere disfrutar mejor de las fascinantes delicias japonesas junto a una buena copa de
vino.
La comida
japonesa con sus sabores marinos, presencia de verduras y de algunos elementos
complicados como el sillao, kion y wasabi pide vinos blancos con buena acidez o
algún toque exótico.
Las
preparaciones más típicas de la cocina nipona como el sushi maridan muy bien
con vinos blancos de alta acidez:
¿Una copa de
cava?
Donde la
salsa de soja y los matices agridulces complican sobremanera la armonía con los
vinos, en este caso, la mejor opción es un espumoso, un champán o un cava capaz
de acompañar sin exabruptos los platos más delicados o debatirse en la mesa con
las salsas más pesadas y las frituras. Aunque
no es imprescindible descorchar una cuvée de gran categoría: un blanc de
blancs (monovarietal de chardonnay) sirve para refrescar el paladar, sin
que los platos pierdan su identidad.
Blancos
aromáticos
Debido al tipo de cocciones o por la ausencia de ellas en el caso de sushis y sashimis. Si no se abusa del wasabi o de la salsa de soja, los pescados crudos maridan perfectamente con vinos blancos de alta acidez, como los gallegos, como los albariños de las Rías Baixas, pero también los deliciosos Valdeorras, de uva godello, o incluso los frescos vinos de Ribeiro. En cuanto a las recetas más complejas, como la tempura ,el tepanyaki o el maguro, atún macerado con picante, la mejor opción es un blanco aromático alsaciano o alemán: riesling, muscat, gewürztraminer, etc.
Debido al tipo de cocciones o por la ausencia de ellas en el caso de sushis y sashimis. Si no se abusa del wasabi o de la salsa de soja, los pescados crudos maridan perfectamente con vinos blancos de alta acidez, como los gallegos, como los albariños de las Rías Baixas, pero también los deliciosos Valdeorras, de uva godello, o incluso los frescos vinos de Ribeiro. En cuanto a las recetas más complejas, como la tempura ,el tepanyaki o el maguro, atún macerado con picante, la mejor opción es un blanco aromático alsaciano o alemán: riesling, muscat, gewürztraminer, etc.
Y si me gustan los tintos…
Ante estas
propuestas, los amantes de los clásicos Rioja, Ribera del Duero y demás
regiones se preguntarán si los vinos tintos quedan descartados a la hora de ir
a cenar a un restaurante oriental. Por lo que hay que aclarar que también un
tinto de media crianza, con sólo tres o cuatro meses en barrica, se asocia con
elegancia a una carne adobada y cocida a la plancha. E incluso uno
mediterráneo, de uva monastrell o bobal, como los que se elaboran en el Levante
o Murcia.
Siempre es
importante destacar que en el mundo del vino no hay reglas, solo mitos y
leyendas. Hay gran variedad de roles, y que los ingredientes y sabores
son muy distintos por lo cual es difícil estandarizar al respecto. Pero ya sabes cuándo decidas ir a comer por
cuales apostar según tus gustos.
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